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Los amantes del circulo de sara

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LOS AMANTES DEL CIRCULO DE SARA

JORGE BECERRA

“…mortal por sus temores, e inmortal por sus deseos.”

Pitágoras

Sara se levantó un día con ganas de tomar algo fuerte (no sé porqué), quizá porque era el día de su cumpleaños (no sé si eso era verdad).

Observó detenidamente la Venus de Milo que tiene en la sala de su casa y se sintió sincera.

Organizó entonces, una reunión en la noche con sus amigas de la oficina y luego irían a bailar con sus amigos, entrañables amigos, Federico y Ernesto (no sé si solo quería bailar).

Sara iría con su esposo Eduardo, que llegaría mas tarde y con sus cuñados Daniel y Sonia, los hermanos de Eduardo (no sé si aun se hablaban pues habían peleado hacía unos días).

Fueron a un bar en las cercanías de la ciudad (no sé si sería lo suficientemente cerca).

Mientras Sara bebía alcohol, pues seguía con las ganas de tomar algo fuerte, se levantó de la mesa e invitó a Federico a bailar una pieza (no sé con que pretexto) y le comentó sus deseos mas íntimos.

Le comentó sin pena, que quería pasar una noche con él (no se porqué con él), quizá para hacer el amor, pues lo deseaba hace mucho tiempo incluso desde las épocas de Colegio cuando Federico y Eduardo eran parceros, bueno, aun lo son (yo ya no sé).

Federico se separó de ella mientras bailaban y muy amablemente le comentó que estaba muy tomada y quizá no sabia lo que estaba diciendo, que se relajara un poco (no sé si en verdad era su intención).

Ella sin embargo se aferraba fuertemente al cuello de Federico y le insistía.

Claro está, que no sería esa noche pues ella estaba con Eduardo, su marido, sino talvez otra que los dos escogiesen (no sé si aceptaría la oferta).

Eduardo, que acababa de llegar al bar pues tenía un compromiso previo con sus compañeros de oficina (no sé si verdaderamente eran con sus compañeros) miraba la pareja abrazarse y hasta darse pequeños besos tiernos en la mejilla pero no sentía celos, pues Sara era para Federico como la hermanita menor (bueno no sé, quizá su prima) y eso Eduardo lo entendía.

Nuevamente Federico se separó de ella y le comentó que se sentaran y tajantemente después, sentados, le dijo que no, que no lo haría (ahora no sé si se arrepintió) pues creía firmemente en la lealtad que le tenía a Eduardo (no sé si era la misma lealtad que le profesara Eduardo a Federico) pero está claro que Federico era leal a su amigo de infancia, y nunca le haría algo así, mas bien creyó que fue un instante arrebatado de pasión de Sara que surgió en un momento de tragos, (no sé si tragos fuertes), pero lo entendió.

Así quedó todo.

Eduardo se levantó un día con ganas de salir con otra persona que no fuera su esposa (no se porque razón).

Observó el lienzo El Abrazo, de Guayasamín, que tiene en la sala al lado de la Venus de Milo y se sintió triste.

Contactó el sábado en la mañana, el día del cumpleaños de Sara, a Catalina, una amiga desde las épocas de novio con Sara (no sé por cuánto tiempo fueron novios) y le dijo sin pena, que quería salir con ella y bueno, a Catalina le gustaba Eduardo (no sé desde cuando), ahora creo que siempre le había gustado.

Catalina le dijo a Roberto su marido que estaría esa noche en el cumpleaños de Adriana su amiga de infancia (no se si verdaderamente eran amigas), pero no fue así, salió con Eduardo.

Fueron a bailar, temprano y luego a cenar.

En el restaurante ya cerca al pus café, Eduardo le dijo a Catalina sin pena, que quería pasar una noche con ella (no se porqué con ella), quizá para hacer el amor pues la deseaba desde hace tiempo incluso desde sus épocas de Colegio cuando Catalina y Sara eran parceras.

Ella vaciló un poco pero finalmente aceptó (no sé por cuanto tiempo vaciló).

Buscaron un motel en las cercanías de la ciudad (no sé si fue una buena idea), junto al bar en donde se celebraba el cumpleaños de Sara, pues no había mas.

Antes de la media noche Eduardo recibiría la llamada de su esposa Sara (no sé si en ese instante aun lo era) para recogerlo y llevarlo al bar, pero él le respondió a Sara que no se preocupara, que él llegaba solo, además estaba cerca (no sé a que horas llegó).

Sara nunca lo recogió.

Eduardo dejó a Catalina en su casa y regreso al bar.

Así quedó todo.

Pasados dos meses, Sara ésta vez sin tragos (no sé si vive sobria) se levantó una mañana con ganas de hacer el amor con alguien que no fuera su marido (no se porqué), quizá porque llevaba 15 años de casada con Eduardo y nunca había estado con otra persona diferente a su marido o quizá para demostrarse a sí misma que lo amaba y hasta cuanto lo podría amar (eso no lo sé).

Observó detenidamente el lienzo de El Beso, de Gustav Klimt que estaba en la sala al lado de El Abrazo de Guayasamín, y al detallar el fondo fálico del cuadro, se sintió condicionada.

Contactó a Ernesto, el amigo de Federico, con el que fueron a bailar dos meses atrás, y que también era muy amigo de Eduardo.

Lo llamó desde su oficina ese miércoles en la mañana y le dijo que fueran a almorzar al medio día.

Ernesto, sin dejar de parecerle extraña la invitación, aceptó sin problema pero dejó ver sanamente su deseo de lo agradable que sería almorzar con la esposa de Eduardo su gran amigo (no se hasta cuánto fue agradable, tampoco sé si se arrepintió después).

En el transcurso del almuerzo casi llegando al pus café, Sara, le comentó a Ernesto, sin pena, su necesidad, su deseo, que se había convertido ya en un deseo sexual, más no porque lo quisiera, sino porque anhelaba que alguien le satisficiera su necesidad.

Ernesto sin dejar de parecerle extraña la propuesta, aceptó sin problemas, y sin vacilar le dijo que sí, que él la deseaba desde tiempo atrás (no sé si esto es verdad) incluso desde las épocas de Colegio cuando Sara, Eduardo y él eran parceros.

Así quedó todo.

No sé nada más.

Ese mismo día Federico se levantó con ganas de querer a alguien (no se porqué tenía un deseo tan sano).

En su casa no tiene lienzos, quizá por ello se sintió aún más solo.

Contactó a María Victoria la esposa de Daniel, el cuñado de Sara y le dijo que la invitaba almorzar (no sé a que horas, quizá hacia las 13h00).

María Victoria, que no trabaja, sin dejar de parecerle extraña la invitación, aceptó sin vacilar, además que estimaba lo suficiente a Federico, bueno todos lo querían.

En el transcurso del almuerzo ya casi llegando al pus café, luego de conversar y reírse un poco, Federico le comentó a María Victoria que la amaba incluso desde las épocas de Colegio cuando Daniel, María Victoria y Federico eran parceros (no sé cuanto tiempo atrás), pero que entendiera su sentimiento atorado, no quería más que comentárselo, no podría morir con ello, pues la deseaba desde hace tiempo, y no podía hacer nada mas que una confesión sincera, que entendía la situación y creía firmemente en la lealtad que le tenía a Daniel (no sé si aún en ese momento existía).

María Victoria no dijo nada, se paró de la mesa, y nunca más lo volvió a ver.

¿Que pensaría de todo esto? (no lo sé, Federico tampoco, creo).

A Federico que detestaba la deslealtad, no le sobraron ganas para quitarse la vida (no se con que pretexto) pero murió feliz.

Sonia la cuñada de Sara, ama a todos cada fin de semana, pero ya nadie le para bolas, sin embargo dice que es feliz.

Sara continúa con Eduardo y son felices (no se porqué, pero eso se nota).

Catalina sigue con Roberto y son felices (no lo se, ella lo dice todo el tiempo).

Ernesto no dice nada, tiene muchas amantes (no sé si es feliz).

María Victoria sigue con Daniel (no creo en esa relación, aparentan ser felices).

Todos saben algo, quizá de su propia realidad, de su propia fantasía o de su propia voluntad.

Yo nunca lo sabré.

 

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