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el silencio inclosuco

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El silencio inconcluso

Heydi

Aquella noche de luz plateada y brisa alegre, Carlos navegaba en las aguas del gran Pacífico con su inseparable compañera de viaje, su barca “luz divina” que ya reflejaba en su madera las miles de luchas vencidas a través de los años.

Algo llamó la atención de Carlos, a lo lejos vio una luz que venía de ninguna parte, intrigado se acercó y para su sorpresa, vio que de una grieta de una gran roca que en su tiempo fuera una isla, venía esa luz amarillo – rojiza.

Carlos decidió entrar y descubrir lo que sucedía y, aunque con el corazón palpitándole a mil se sumergió a aquella nueva aventura que lo llevaría a su pronto destino.

“luz divina” aguardó a la orilla, como presintiendo lo que a su amo estaría por encomendársele.

Carlos nadó por aquellas heladas aguas y saladas y en su recorrido notó que a ese lugar no se acercaban las especies marinas; supuso entonces que aquél sería un lugar encantado pero ¡como! ¿Encantado? ¡Es imposible!, Se dijo para sí. A pesar de este pensamiento, siguió nadando, la roca inmensa parecía abrir su boca como que si ya, desde hace mucho tiempo esperara ese momento.

Carlos continuó adentrándose, se imaginaba encontrar un lugar oscuro pero, contrariado se dio cuenta que la cueva estaba iluminada, pero con una luz misteriosa que no lograba divisar de donde provenía, no sentía miedo, algo dentro de él le decía que todo estaría bien. Mientras avanzaba se fijó que en las paredes estaba contada una historia, aquellos dibujos le indicaban que en la isla vivieron hace mucho tiempo talvez, una pareja de enamorados que habían huido hasta allí para esconderse de la maldad de la nación que les tocó gobernar. Ellos esperaban la luz que los salvaría, más allá, los dibujos le decían que la luz había sido concebida y misteriosamente fue asesinada por aquellos que tuvieron miedo al poder de ese ángel que era la luz.

Carlos seguía nadando y mientras lo hacía, tenía la sensación de que aquella historia estaba ligada de alguna manera con él y, en su distracción de pensamientos no se dio cuenta que su pie chocó con algo. Inmediatamente sentido el impacto se dio la vuelta y vio, con gran desagrado que un cadáver aparecía de la profundidad, después otro, después otro más y mientras seguían nadando se encontró con cientos de ellos, estaba al borde de la desesperación, no lograba entender nada: primero las paredes que le cuentan una historia de amor, amor que sólo se vive en los cuentos de hadas, y ahora cadáveres que lo persiguen, que lo asechan, ¡que lo miran!, ¿estaba enloqueciendo acaso?…

Estaría ya en el corazón de la roca porque fue entonces cuando la roca habló y dijo: “estos son los cadáveres de los asesinos del príncipe y la princesa, que huyendo de su nación ambiciosa y malvada, quisieron concebir la luz que los salvaría, pero esa luz murió en las mismas entrañas de la princesa y los cadáveres sólo se verán libres si tú, Carlos de la Fortaleza aceptas liberarlos de su condena por haber matado a un ser sagrado, salvando a aquella nación malvada dando tu vida, tu amor y sacrificio por ellos. Si lo haces, ese amor que se tuvieron los príncipes no será en vano y traspasará fronteras.

La luz amarillo- rojiza que Carlos vio a lo lejos, ahora brillaba en todo su esplendor y lo iba envolviendo y sumergiendo en aquella magia, en aquel amor, todo quedó en silencio pero antes de que pudiera aceptar el reto, antes siquiera de que pudiera asimilar lo que pasaba, se vio rodeado por los brazos de su madre que en ese momento lo despertaba.

 

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