Mario Roberto Nievas se hallaba en su casa a punto de acostarse y esperando no tener otra noche agitada. Es que la noche anterior había sufrido una extraña pesadilla, si es que el termino ´extraño´ puede aplicarse a un sueño. Su madre le decía, cuando era niño, que todo el mundo tenia pesadillas. Su esposa como tomando la posta, le estaba diciendo lo mismo. El movió los hombros en el típico gesto de ´bueno que importa´ aunque en algún profundo lugar de su mente sentía la incomoda idea que si importaba. Aun así pronto se hallo en la cama junto a su mujer discutiendo los temas habituales que discute cualquier matrimonio que se precie de tal: si llamarían a su hija, casada y viviendo en otra ciudad, para que pasen el cumpleaños de esta con ellos o irían ellos visitarlos, si convenía arreglar el coche o esperar, etc. Luego que su esposa se hubo dormido, llevo sus pensamientos al problema que sentía latente dentro de si: la pesadilla. La recordaba perfectamente. Y sentía que no tenía nada que ver con cualquiera que hubiera tenido en su vida. No, el solo recuerdo le producía un desazón indefinible y una angustia que sabia muy justificada. En ella se hallaba dentro de una casa y algo le decía que estaba solo, más precisamente: SOLO, con mayúsculas. Pensó que solo en un delirante sueño se podría sentir esa sensación de soledad absoluta y aun esta definición se quedaba corta. De modo que se hallaba de pie en el medio de una habitación en una casa y los objetos cotidianos: sillones, espejos, cama, cuadros y demás que veía no parecían estar allí. Daba lo mismo estar parado en el vacío absoluto; sea como sea el iba a salir de allí ,no porque tuviera miedo, sino porque debía salir para hacer algo o ¿tal vez para ver algo?. Así comenzó a dar unos pasos hacia la puerta, ni siquiera el contacto con el picaporte le dio la sensación de presencia material. Al recordar esta parte del sueño se llevo la mano a su pecho y respiro profundo.
Porque al cruzar la puerta, vio por primera vez lo que el llamo: La Oscuridad.
¿Oscuridad, negrura, vacío, que podrían hacer estas pobres palabras si trataban de definir aquello?. Porque, si bien juraría que había un suelo que pisar, era la presencia ominosa y real de una oscuridad que el sentía infinita la que lo dejaba sin aliento. Seguía recordando y reflexionando que lo que veía en su sueño no estaba hecho para los sentidos humanos y que jamás podría expresarlo con palabras. Sentía en su sueño que al estar allí parado, mirando eso, estaba violando alguna ley cósmica. El no debía estar ahí. Debía irse, de modo que cerrando los ojos fuertemente comenzó a retroceder y continuo retrocediendo sin llegar al lugar de donde había salido. Ahora se detuvo e hizo lo que su sentido del equilibrio le indicaba que era un giro de 90 grados, abrió los ojos y allí seguía estando… La Oscuridad. Ahora cerró los ojos con más fuerza y comenzó a sollozar, porque no quería volver a verla nunca más, porque se sentía espantosamente solo y asustado. Cayo de rodillas llorando y en su mente se sucedían imágenes del mundo que había conocido, de sus seres queridos que ahora lo habían abandonado y aun en su lamento sabia que esto era mejor que abrir los ojos y ver lo que había allí. Le reclamaba a Dios, porque así como un padre no deja ver ciertas cosas a su hijo pequeño, no debería permitirle ver algo para lo que su pobre humanidad no estaba hecha. Y allí quedo acurrucado y llorando en ese lugar que tenia un suelo. Recordaba su sueño, ahora con lagrimas en los ojos, y se decía que había estado una eternidad en esa congoja, en esa desolación y soledad. Una eternidad hasta que se produjo el piadoso despertar, el alivio indescriptible que sintió y el juramento que se hizo: que jamás volvería a dormir si existía la posibilidad de volver allí. Ahora, luego de recordar su sueño y su despertar y secándose las lagrimas con la sabana, se puso a reflexionar: nunca el recuerdo de un sueño es la copia exacta de lo soñado y eso que podría considerarse un defecto ahora el lo veía como una bendición. Y pensando mucho saco la conclusión que el considero que era la verdadera esencia de la cuestión: que La Oscuridad era algo muy malo. En esos pensamientos se hallaba, ya con sus ojos cerrados, cuando se sobresalto y se dio cuenta que insidiosamente su fatiga emocional y física le habían hecho bajar la guardia. Si, sin quererlo, se estaba durmiendo.
Sabia que debía dormir, pero no tenia apuro.¿Porque habría de tenerlo, se dijo, ya no tenia que trabajar ni hacer nada urgente en la mañana?.Entonces se levanto de la cama, se dirigió al baño, allí abrió la canilla del agua y se mojo la cara. Se miro al espejo y se pregunto: ¿que le impedía ignorar todo el asunto y dormir tranquilamente? claro que es el miedo, se contesto, pero había algo mas y era que el consideraba que seria una especie de irresponsabilidad ignorar todos estos hechos. Y no estaba muy seguro del porque. Resignado se dirigió a la cama, donde su esposa dormía profundamente y se acostó. Así se quedo mirando el techo, despabilado por el agua y alerta, cuando una serie de ruidos provenientes de techo lo sobresaltaron. Era como si unos animalitos pequeños se corretearan, pero sonaban demasiado fuerte, como si fueran demasiado pesados. Aun así se dijo que eran gatos y no iba a dejar que lo molestaran o despertaran a su esposa, se levanto de la cama casi contento de tener algo que hacer, se dirigió a la puerta y salio a la noche. Era febrero a finales del verano en una noche templada, miro hacia arriba y vio un hermoso cielo estrellado, si no los hubiera estado escuchando habría pensado que solo faltaba el canto de los grillos. Ahora se ocuparía del asunto por el que había salido: los gatos; paso bajo el árbol que estaba a su derecha y continuo hacia el costado de la casa donde sabia que había una escalera apoyada en la pared. Se detuvo para escuchar, solo se oían los grillos, el ruido de los gatos correteando ya no se escuchaba. No importa de todos modos investigaría, se dijo despreocupadamente, haría todo el trayecto hasta la escalera y subiría al techo. Al llegar al pie de la escalera y poner un pie en el primer escalón volvió a mirar hacia arriba, allí estaba otra vez ese hermoso cielo estrellado, comenzó a subir despacio pensando que se quedaría un buen rato allí mirando ese espectáculo. Cuando llego arriba miro en todas direcciones sobre el techo, camino y se detuvo sobre su habitación donde su esposa dormía abajo. Estaba seguro que ahí se produjo el corretear de los gatos, pero no había nada y no importaba porque el estaba casi paseando. Entonces recordó lo que se dijo que iba a hacer y levanto la vista al cielo, quedo petrificado, porque allí estaba lo que no quería ver. Allí entre las estrellas el vio La Oscuridad…por ultima vez.
Desde el centro del firmamento una abominable mancha negra casi circular se desparramaba lentamente cubriendo las estrellas. Casi no podia pensar porque estaba dominado por un terror paralizante, pero sentía y si hubiera podido expresar esos sentimientos con palabras se hubiera dicho que era real y que ya no la veía a través del recuerdo borroso de un sueño, ahora veía lo que no podia o no quería recordar y era la malignidad de La Oscuridad y su conciencia. Y su esencia. Mientras seguía cubriendo estrellas, era el Mal destruyendo el Bien. Una masa de barro oscuro y putrefacto desparramándose sobre un campo de flores. La perversión corrompiendo la inocencia. Una enfermedad maligna invadiendo el cuerpo de un niño. Allí estaba la malvada Oscuridad para mostrarle con saña como devoraba sus hermosas estrellas. Quería llorar y correr y gritar y solo conseguía lastimeros quejidos, el horror que veía en el cielo crecía y crecía y ya era una tentacular mancha que cubría casi la mitad del firmamento. Aun podia sentir y sentía que no faltaría mucho para que llegara hasta el ¿que pasaría entonces?, también sentía que sabia la respuesta: había algo preparado para el. La Oscuridad lo conocía muy bien, ya había experimentado con el, en un sueño, mostrándole solo un adelanto del espanto que le esperaba. Al llegar a este punto de sus horrendas conclusiones su desesperación creció aun mas si era posible, intento moverse y solo pudo lloriquear. Y cuando ya el indefenso cielo agonizaba casi devorado por completo y sus pobres ojos solo veían Oscuridad algo malo paso dentro de su mente, porque ahora pensaba con claridad, pero solo para conjeturar aceleradamente lo que podia pasarle: y si La Oscuridad lo mantenía dentro de ella, caminando en sus entrañas oscuras y vacías hasta su muerte. Y si aun peor lo mantenía vivo sin permitirle jamás morir. Y si aun peor…Y ya no pudo seguir en ese torrente de frenéticos pensamientos porque la muerte le llego fulminante y piadosa, derribándolo sobre el techo de su casa. El corazón del señor Nievas había dicho basta.
Su esposa que dormía un sueño que en los últimos minutos se había vuelto intranquilo, fue despertada por el ruido del cuerpo al caer en el techo. Cuando abrió los ojos, se quedo quieta por un momento. Miro a su lado buscando a su marido, no estaba. Le llamo la atención el silencio y esa atmósfera irreal, como si aun siguiera dormida. Llamo a su esposo dos veces y al no recibir respuesta se dijo que se levantaría a buscarlo, pero el silencio y la atmósfera que percibía le hicieron presentir que a su esposo le había pasado algo malo. Se levanto y se dirigió a la cocina, al baño y a las demás habitaciones. No estaba. Entonces supo que debería buscarlo afuera, si lo buscaría allí y tratando de demostrarse determinación camino hasta la puerta tratando de no pensar. Cuando salio le volvió a llamar la atención el silencio y que ni siquiera los grillos se escuchaban, camino con miedo hacia la izquierda y se detuvo. Y se puso a pensar: si quería encontrar a su esposo debería buscarlo donde debía, no donde quería. Así volvió sobre sus pasos y paso bajo el árbol que estaba a la derecha de la entrada de la casa, llamando a su esposo con temblorosa voz. Y siguió caminando, por donde no quería ir. Y allí estaba la escalera. La escalera que parecía decirle: que no se hiciera más la distraída, porque ella sabía perfectamente que el sonido que la despertó venia del techo. Llego al pie de la escalera y con el corazón lleno de malos augurios comenzó a subir por donde solo unos momentos antes su esposo había subido con mejor estado de animo. Y continuo con el corazón en la boca, temblando. Cuando llego al techo y vio a su marido tendido allí, boca arriba y con los ojos abiertos, grito su nombre. Corrió hacia el se arrodillo, puso su cabeza en su regazo y llorando desconsoladamente, le cerro los ojos. Y continúo llorando en esa noche silenciosa sobre el techo de su casa. Levanto los ojos al cielo y aunque la catarata de lagrimas nublaban su visión y los sollozos no le permitían fijar la vista, sabia que allá arriba había un gran espectáculo .Y asentía con la cabeza para si un pensamiento consolador: que su esposo, el compañero de su vida, había subido al techo para morir allí… bajo ese hermoso cielo estrellado.