Ocurrido este hecho no me queda más que pagar la última cuota de este aparato electrónico que hoy salvó mi vida y también comprar un balón de gas de 300 kilos, para así poder almacenar, en el espacio sobrante, el sin números de ambigüedades que rondan mi cabeza. ¿pero que tamaño tendrá mi cabeza después de ver y escuchar tan insólito y descalabrado hecho?, ¿será que es del tamaño de la pequeña gigante?. Solo es cuestión de despertar en el mercado y caminar, observando como el chileno medio atiende con incredulidad y asombro a la colosal niña. Sus ojos se abren y cierran mostrando una dulzura solo comparable a la de mi perro pepón. Claro un diminutivo para peponcito, nombre con larga trayectoria familiar. Sus enormes piernas pasean por Santiago pisoteando cualquier ápice de soberbia desmesurada, demostrándonos cuan pequeños podemos llegar a ser. Unos liliputienses chilenos. Oh…
Continuando la travesía junto a la pequeña gigante, observé a lo lejos un hermoso picaflor. Decidí entonces, detenerme y esperar a ver en las noticias que ocurría finalmente con tal hecho cultural. Era hora de desenredar el caos que había en mi cabeza.
Paso 1: Inhalar, exhalar.
Paso 2: Sentarse.
Paso 3: Pararse.
Paso 4: Volver a sentarse.
Paso 5: Hablar frente al espejo.
Paso 6: Escribir.