Era un yogui abstinente que habia aprendido a canalizar todas sus energias sexuales hacia el desarrollo espiritual. Vivia en una casita a las afueras del pueblo y era frecuentemente requerido por devotos que le reclamaban instruccion mistica.
Cierto dia, un grupo de buscadores lo visitaron y le expusieron la siguiente cuestiones:
-Maestro, nos preguntamos como puedes asumir tan facilmente la soledad, como no echas de menos a una mujer que lo acompane y to sirva de apoyo y consuelo.
-Nunca estoy solo, os to aseguro -repuso el yogui-. Yo soy hombre y mujer. He logrado unificar en mi ambas polaridades y jamas podre ya sentirme solo. Me siento pleno y siempre acompanado. Cuando, por ejemplo, barro mi casa o tiendo mi lienzo, soy mujer; pero cuando cargo grandes pesos o corto lena,: soy hombre. Segun la tarea que lleve a cabo, me siento hombre o mujer, pero en verdad no soy ni uno ni lo otro, porque soy ambos a la vez.
El Maestro dice: Para el ser realizado, solo hay una energia, y es la de la Mente Universal.